Una íntima rosa
Llena de obscenidades
Escupe luz a chorros
Como goterones lentos
De tu alma
En un acto sublime de
impudicia
Trascienden la piel y
los jadeos
Una pezuña se hunde en
tu pecho
Perfora tus fantasmas
interiores
Los arrastra, los
demuele
Los apacigua.
Poblados incesantes
Se escurren
En la tormenta
temblorosa
De tus muslos
Hormigas que barren
Con escobas de luz.
Hay, cruzando
El Aqueronte de tu
deseo
Un duende oscuro
Te cuenta sonrojado
Que se bañaba en sus
aguas.
Desde las catacumbas de mi alma, Rashek.
Te confesaré dos cosas, Rashek. La primera y fundamental, que la poesía no es mi género; no ya como escribidor, sino como lector. Casi no leo poesía, por lo que me cuesta valorarla desde un punto fundamentado y objetivo.
ResponderEliminarLa segunda, que esta me ha gustado.
Un abrazo,
Pedro, todo escritor querría tener a un crítico como tú... ¡Pues que he tenido suerte! De verdad, es una felicidad muy grande esto de sentir que nuestro arte es comprendido o valorado por personas que poseen una sensibilidad afín a la nuestra. Impagable es, como lejano habitante de un arrabal del mundo, tener la posibilidad de compartir mis letras con personas geniales que habitan en la maravillosa tierra de mis abuelos, (sin desmerecer los comentarios de otras latitudes, es que tengo un afecto especial por España...)A partir de lo que me cuentas de la poesía, y sabiendo lo que te gusta el arte del micro relato (al que ejecutas con maestría), prometo que la próxima publicación será un micro-relato que tenga como idea central, la conexión entre el verso y la prosa. Veremos que sale. Un abrazo.
ResponderEliminarHola mi querido seguidor número 365, mil gracias por la visita y por traer mi enlace a tu sitio!
ResponderEliminarLeí algunas de tus publicaciones y realmente me fascinaron, si no te incomoda también te llevo conmigo para seguir tus entradas.
Te dejo un fuerte abrazo desde Uruguay ... soy tu seguidora número 9.
Pues crucemos el Río de la Plata entonces...Más cómodo imposible.
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