Una complejidad de
energías circundantes
se abalanzan
bruscamente dislocándose,
cayendo
interminablemente hacia un abismo,
en donde un dios espera
para juzgarlas...
Sin sentido alguno se
bifurcan y disuelven,
y luego, nuevamente se
forman para dar pánico,
o tan solo para
perdurar inertes a través
del tiempo y el
espacio, sin comprender
su eterna realidad...
Fantasmas apacibles
danzan y suspiran
y aquel pensamiento
marcado a fuego
no puede esperar la
sutil respuesta
del silencio y de la
noche.
Y nuevamente danzan en
plena formación
para asegurarse un
lugar en las tinieblas,
sin que ello signifique
no poder visitar
el paraíso...
Sienten remordimientos
y pueden gritar
sin que nadie corpóreo
pueda escucharlas
pidiendo perdón por
existir utópicamente
en el mundo de las
utopías
en donde lo real es
utópico
y lo utópico es
blasfemo...
En donde el viento
sopla cuando todo
está en calma, y en
donde los árboles
gritan para unir sus
raíces a sus copas.
Son las almas de los
muertos
en vuelo migratorio
hacia la redención del
paraíso
o la oscuridad de las tinieblas.
Son las culpas de los
muertos
en vuelo migratorio
hacia el perdón de los
dioses
o la complacencia de
los ángeles oscuros.
La tierra se abre
llorando, apretando sus dientes,
arrugando su rostro
informe y recordando
que todo cuanto sucumbe
en ella es Orden de Dios
quien espera
eternamente la llegada del Apocalipsis.