Si te cruzas con algún fantasma aquí adentro, simplemente ignóralo; pero si se pone fastidioso, recítale algún verso en voz alta, que con eso será suficiente... (Si te toman por loco, no es culpa mía.)

miércoles, 30 de octubre de 2013

Templos lunares




Manjares (I)

Es un latido sordo, un latido impune. Se ofuscan las panteras de templos majestuosos, crujen los estáticos templos lunares. Los cielos de mi deseo
se descuecen en llanto; es una plegaria interna, mi otredad (mi fantasma)
que, como una delicia salvaje de irredimibles tahúres de ensueño, va aniquilando a golpes sus siniestros compases…

                        (¡Bum! ¡bum! ¡cabúm! ¡Bum! ¡bum! ¡cabúm!)

Mi fantasma pugna por salir, por escapar, me desgarra con alevosía, maldito inimputable, maldito zorro; despliega sin piedad sus desenfrenados instrumentos, sus avatares sombríos, sus lanzas percutoras, sus lanzas explosivas.

Y hay  un idilio de tambores desintegrándose
(un idílico tamborileo de payasos suicidas)
en el infinitesimal —pero invencible— hilo epidérmico de mi obsesión.

Es vítreo el líquido que me recubre, y hay cristales lechosos dilacerándome las extremidades. Y así, se esparcen, se desmoronan mis contigüidades y me desmiembro: Me contorsiona el deseo al presentirte, mi pantera funesta, mi endemoniada, mi reina,
                                      mi indómita hembra, —mi pitonisa alevosa.

Eres la partera de herrumbrosos látigos que recubiertos de un sudor almizclado los escupes desde tu matriz,

                                      y los hundes –profusos- en mi boca.

Estoy atrapado, estoy enfermo de amor; tú,  aniquiladora; tú, inmoral, me obligas a beber tu infausto néctar, tu delicioso néctar, hasta el final, mientras mi fantasma observa (                                     y sonríe).

Y me lleno de ti, me desbordo de ti…

Y grito y me acuchillo, para que tus fluviales manantiales
se viertan por mis costados y pueda seguir bebiéndote,
hasta que la eternidad me estalle en los oídos, o hasta que mis sienes se ahoguen —o mis ojos naufraguen— en aguas bellamente desconocidas.

Pandemia de azúcares. Birrefringente melodía de fieras atroces.

Gemidos amansándose. Diatriba de cíclopes,
              con su párpado único
                       patéticamente                  abierto…

                         Vacuidad. Explosión del alma.

Vanaglorias (II)

Y mi fantasma dice: es mi turno en este juego.

                                   (risas insensatas)

Y así libera
 a sus huestes inmisericordes,
 a sus caníbales a sueldo —bravíos portadores de mensajes encolerizados—,
        centauros milenarios,
           devastadores de insolencias,
      de pezones furtivos,
   de caderas ardiendo,
o de ingles tristemente sollozantes…

¡Maníacos inclementes!

Estandartes de mi virilidad
        y de mi pétrea carne: Tómenla, háganla suya, háganla nuestra,
                                      ¡háganla mía!

No, no supliques.
Ahora juegas con mis reglas,
Ahora conocerás el Placer Aterrador,
El Placer que no tiene Fin.

Son tremendas las formas de mi danza,
son inexpugnables los brazos de mi frenesí; acabaré contigo,
                            un millar de veces.

Hay Apuñalamientos,
Y hay carnes…………………….y líquidos………. derramándose

                                       Aguijones portentosos
                                      Estirpe de alacranes oceánicos.
                                      (risas de suficiencia)

Pide piedad, mas no te la daré.
Suplica clemencia,
te responderé con la dulce violencia de una anguila atroz

                            ¿Sientes su electricidad supurada?

Tormentas hay en tu vientre,
El orgasmo de los árboles no es tan patético.
Una serpiente en éxtasis no se retuerce así.
¡El orgasmo de los dioses no es tan teatral!
Me gustan tus rostros, las formas procaces de tus labios,
El circulo difamado de tus pechos danzantes,
o tu ombligo escapando y regresando a mi encuentro,
 indeciso                                                        y desesperado.



Deja de llorar
Este es el ensamble perfecto
entre la pretérita
                          bestia  y la dama
                                                de labios carmesíes,

                             (mi enigmática dama del collar de piedra)

Es nuestro templo una insana torre que llega al infinito,
que parte rocas y diezma tus faunas violáceas.

Disfrútame.
Siénteme.
Padéceme.
Perviérteme.

                                                         Conténme en tus profundidades,

El amor en las sombras
        (el amor entre fantasmas),
no es igual a otros amores: no hay límites, no hay leyes.

Somos ciegas e inmemoriales estatuas
                                                                 Abalanzándose
                       unas      contra       otras.
<<<< Unas     >    a través    <   de las otras >>>>


  Somos fantasmas  (ángeles oscuros) haciendo el amor
  en la posibilidad forjada por nuestros…         sueños,
 en la poderosa eclosión de nuestros tentáculos.
                                      Psicótica animalidad preternatural…

Y mis caderas se descoyuntan hacia ti.
 Y mis emanaciones se escapan hacia ti.
  Y mi invencibilidad se destroza hacia ti.
   Y mis oscuras alas te cubren y tiemblan y te acarician y te agradecen a ti
     por tanta furia y  por tanta pasión y por tanta entrega…

Brillan nuestros cuerpos desnudos y amansados
en la claridad evanescente de la luna.

Corazones trasvasan sus alientos destilados,
Y alfombras sexuales se descaman y se incineran regocijándose
intuyendo sus futuras apariciones…

(El aliento de la noche va exhalando sus últimos quejidos, y la luz no es un lugar habitable para ciertos seres… para ciertas convalecencias del pudor.)

¿Quieren ustedes blasfemos espectadores, acaso, jugar nuestro juego?



       Invitados sois al festín quienes logréis ver en la noche



                                            Las altas torres del Templo Lunar…





                                               Desde las catacumbas de mi alma, Rhasek.