Si te cruzas con algún fantasma aquí adentro, simplemente ignóralo; pero si se pone fastidioso, recítale algún verso en voz alta, que con eso será suficiente... (Si te toman por loco, no es culpa mía.)

sábado, 31 de agosto de 2019

Realismo Mágico argentino





Durante las primeras horas de la madrugada, comencé a sentir un cosquilleo en mis tetillas que, minutos después comprendí con asombro, era producto de un cambio corporal: me estaban creciendo tetas. Luego fue un dolor en la entrepierna, una especie de succión, un irse hacia adentro. Me animé a levantar las sábanas: ya no tenía pene sino vagina. Y luego mis nalguitas que se transformaron en unas bellas nalgas contorneadas. Y mis bellos corporales que se hundían uno tras otro -a la vez que me crecía una larga cabellera. Y yo que pese a todo me hundía en el sueño.

A la mañana me desperté mujer, con mi mujer durmiendo a mi lado. La deseé profundamente. La desperté con caricias. Le hice el amor con una sensibilidad y una pericia que jamás hubiera sospechado. Que ninguna de las dos hubiésemos sospechado. La condené al éxtasis una y otra vez. Estábamos profundamente enamoradas. Decidimos, luego de hacer el amor, encender un cigarrillo. Ya envueltas en volutas de satisfacción, escuchamos que tocaban a la puerta. Le pedí prestado a mi mujer su camisón y fui a ver quién llamaba: era la policía.

Me llevaron presa porque el humo del cigarrillo molestaba a los vecinos. En el patrullero, los policías me golpearon con saña una y otra vez. Lo incongruente era que sus caras iban cambiando con cada golpe que me propinaban. Vi caras de señoras y señores que, yo lo supe inmediatamente y no me pregunten el porqué, eran de todas las clases sociales; y también vi caras de políticos, y de dueños de medios de comunicación, y de youtubers. Y tantas otras caras. Del país entero. Infinitos rostros llenos de espanto y de odio.

De tantos golpes que recibí me volvieron hombre de nuevo. Dejaron de pegarme. Detuvieron el patrullero y me avisaron: nunca más. Me convidaron un cigarrillo y me abrieron la puerta.

Muy varonilmente, envuelto en volutas, regresé a casa. Mientras, pensaba: este es un gran país, mi Argentina... puta –perdón por la palabra- que vale la pena pertenecer, pensé.

Las ventajas de ser varón, blanco y heterosexual… Este mundo no es para todOs, me jacté.