Debo a la conjunción de un espejo y de un tema de Dark Sanctuary (click en el reproductor de música para escucharlo) las efímeras líneas que siguen:
Parado frente a un
espejo,
inmóvil, observo mi
rostro,
sin pensar, sin sentir.
Soy una estatua de
sangre, de dientes,
de pelos, de venas;
futura ceniza derramada
en el tiempo.
Y hay pupilas
que tenuemente cambian
su mínimo diámetro.
Hay algún músculo que
súbitamente late,
y que súbitamente
duerme.
El espejo se replica,
se multiplica la
geometría,
malévola contenedora de
fútiles sustancias,
de fluidos, de
ausencias.
Sucumben los espacios,
se arrellana el sonido,
se silencia el latido,
se desvanece el pulso.
Se quiebra el espejo
interior,
el efímero cristal se
multiplica
y me multiplico.
Me disloco en mil
imágenes,
soy muchos, soy todos
(los que fui, los que
soy
los que acaso, habré de
ser).
Me reconozco en esas
fisonomías
multiformes, ora
payasescas
ora grotescas, ora
alegres,
ora dolientes.
En cada espejo hay una
vivencia,
una sensación,
un sentimiento,
una pérdida,
un sueño,
una ganancia…
(Hay espejos que me
muestran en paz,
en otros me veo
agazapado de furia.)
Espejos en los que soy
un niño,
en algunos un anciano,
en el siguiente,
ya estoy muerto.
Me quedo viendo el
espejo
en el que soy un
fantasma.
Desprendido ya de mi
vestido de sangre,
sólo me sospecho en un
vacío sin reflejo.
Sé que estoy ahí, aunque
no pueda verme.
Pero además, hay otros
rostros.
Son los rostros de los
reflejos más lejanos.
(De algún modo creo
recordarlos
pero me abandona la
memoria
y ya no puedo ni
nombrarlos.)
Acaso sean pretéritos
espectros de mi ego
formados por esa
combinación
de sensaciones y
sentimientos
de lo que alguna vez
fui,
de lo que en algún
recóndito lugar
de vidas y de mundos
pasados
amé y odié,
comprendí o ignoré.
Hay espejos en donde
mis hijos,
muy pequeños aún, me
sonríen,
y juegan y corren…
Otros más allá
ya no están conmigo.
Hay espejos en los que
veo morir todo
lo que alguna vez amé…
(La estatua frente al
primer espejo, llora.)
Y hay espejos en los
que veo nacer todo
lo que alguna vez odié.
Luego,
renace lo que amé y mis
odios se esfuman.
(La estatua frente al
primer espejo sonríe.)
Sé que detrás del
último espejo,
detrás de la última
cara,
de la última mueca,
está la respuesta que
añoro,
el sentido,
lo que me justifica.
(Acaso esté Dios…)
¿Cómo llegar hasta
allí?
Luego comprendo la
disposición de los espejos:
dispuestos como en una
cinta de Moebius,
el último es el
primero:
su reflejo es la
contratara de lo que veo.
La estatua delante del
espejo,
sin piedad, pero no sin
miedo
se dispone a
atravesarlo.
Estallan los cristales,
se derrumban los muros...
Un dios
o un cancerbero
me está esperando...
Desde las catacumbas de mi alma, con amor.... Rashek.