Sesenta
y seis son las palabras que contiene el texto que ajusticia. Leerlo es abrir oscuras puertas de pesadilla, una
grotesca compuerta al mundo de los demonios. Al llegar al punto final todo
está perdido. No hay talismanes, no hay esperanzas. No rías, no es un juego. Tú
y sólo tú, que lees estas palabras, eras aquel Jarf Hisugh, que mató a Daemon
Khiphtess. Atrapado estás.
Rashek
Escalofriante!
ResponderEliminarTus escalofríos me avisan que -por lo menos una vez- he conseguido el efecto buscado. ¡Muchas gracias Beatriz!
EliminarMe quedé atrapada en el texto... excelente!
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo, mil gracias por la visita.
Recitar uno de tus hermosos poemas es suficiente para exorcizar los efectos de cualquier infierno posible. Un abrazo grande para ti, Cristina. Gracias por comentar.
EliminarHola César, buenas tardes,
ResponderEliminarhe quedado atrapado al llegar al final,
pero si todo laberinto tiene una salida, quien dice que ésta última puerta no sea la que estaba buscando?...
Un gran abrazo
(66 palabras sin comas y sin puntos)
Excelente.
Entre vos y yo, Ariel, te cuento que de este lado uno la pasa bárbaro, sshhhh.
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