Es una tarde solitaria
de presagios y de
olvidos.
El silencio abarca
incesante
los incesantes y
estáticos
mármoles blanquecinos.
Todo es calma y rumores
legendarios
que hablan de
quebrantos y batallas,
de amores y familias
incendiadas
por el olvido y la
eternidad...
Y el viento sopla sin
embargo,
y a lo lejos algún
perro ladra,
o algún niño ríe sin
comprender
esos atardeceres
enmohecidos
en las rocas derruidas
y derrumbadas
poseídas por la tierra
desgarrada...
Y las ramas de un viejo
sauce
acarician aquellos
verdes campos
de surcos y de
historias de añoranza
que en sus profundas
raíces invencibles
se dilatan...
Y cae la noche en mil
murmullos
y en estrellas
ensangrentadas
por el luto y por las
lágrimas.
Todo es paz, todo es
sombra
y rumores de fantasmas
detrás de las paredes
centenarias
que abrigan, y
abrigarán eternamente
las almas propietarias
de aquel viejo y
lejano cementerio.
Desde las catacumbas de mi alma, con amor, Rashek
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