Parturiento de ansias
Derrumbado y demente
Bajo el incontenible alud de tu besos.
Tu aliento hiere mi sombra
En tus brazos se resquebrajan los brazos del tiempo
Mientras mi cuerpo, impaciente, se disgrega en llamaradas de luz.
Escapa así, enajenada y fatal, mi alma
Escapa –indómita- rumbo al encuentro de tu alma.
Y hay puentes salobres tendidos sobre un océano inmemorial
Donde truenan las ansias,
vociferan mudos relojes,
y gimen, elocuentes, los placeres
Como raíces eclipsando el devenir.
Ya no hay derrotas en el instante de nuestro instante
Solo cálices de fuego urdidos en el derrotero de nuestro abrazo
Pétalos de sangre cuajados en los bordes umbríos de nuestros labios
Vientres sanguíneos extirpándose la nada a fuerza de colisión
Hay estrellas que explotan
en el interior de un abismo